Toros de Victoriano del Rio y un
toro de Toros de Cortés, para Enrique Ponce, Sebastian Castella y David Galán
que confirmaba la alternativa. Volvía Ponce a Madrid y la expectación era
evidente. Saludó una ovación al concluir el paseíllo, pero parece que algunas
cosas no han cambiado. Es cierto que en Madrid tiene sus partidarios, faltaría
más, y que en la memoria de todos quedó aquella faena a Lironcito de
Valdefresno, pero su rivalidad con Joselito en los 90, -inolvidable la tarde delos quites en 1996-, y una incomprensión no del todo justificada, le llevó a una suerte de aspereza en Madrid que ha perdurado hasta la fecha. Para mí, con
todos los matices que se quieran respecto a su forma de torear, Ponce es una
figura indiscutible del toreo desde hace más de dos décadas y que merece el mayor
de los respetos en Madrid o en cualquier otro sitio que se anuncie. Escuché en la plaza que ese
brindis al público y su enrabietada faena al quinto olían a despedida, puede
ser. Incluso su pausado
y ceremonioso saludo en la ovación que se le tributó a la muerte del cuarto toro
parecen confirmarlo, pero a mí no me importaría volver a verle.
Galería completa:
No hay comentarios:
Publicar un comentario